U're the best thing that ever been mine
martes, 16 de agosto de 2011
Tercera Parte
miércoles, 3 de agosto de 2011
Segunda parte.
miércoles, 11 de mayo de 2011
Primera parte.
Termino de conectar la guitarra al amplificador, estiro mis apretadas medias, y tras comprobar una última vez mi aspecto, subo al pequeño escenario en un perfecto equilibrio sobre mis altísimos tacones y me acerco al micrófono.
No hay mucha gente, pero es lógico, en un garito de mala muerte, a las 3 de la mañana, dudo que haya apenas gente.
Tras presentarme, inicio la pequeña introducción de guitarra eléctrica, y empiezo a cantar. Estoy un poco nerviosa. Es la primera vez que hago esto, y mis rodillas tiemblan un poco, pero tras el primer minuto de nervios, todo pasa.
Sonriente, termino la primera canción, y unos leves aplausos de mi escaso público me animan.
Deseo cantar, y ser conocida, pero primero, debo saber si gusto a la gente y por ello, estoy aquí. Antes de nosotros, había tocado un grupo bastante bueno, y si se junta con que era una hora algo “razonable”, aún había algo más de espectadores.
La puerta, en la zona menos iluminada, se abre y miro hacia atrás, para indicar, con un movimiento de cabeza, la siguiente canción a los chicos de mi grupo.
Dejo un par de compases e inicio, introduciéndome en el ritmo, primero con mi voz, y luego con dos acordes de guitarra. Mido el pulso mentalmente y cuando llego al estribillo, dejo de tocar, para apartar mi instrumento, hacia atrás.
Mis labios rozan con delicadeza la malla del micrófono, mientras inspecciono con la mirada al escaso público, especialmente a los 3 chicos que acaban de entrar, y se dirigen hacia la barra.
Uno de ellos gira la cabeza con interés, y me mira, enarcando una ceja. Mientras, mi voz, que va por libre, continúa cantando. Me fijo en el joven que antes me miraba, y en como les sirven una cerveza a cada uno.
Con diversos cambios de tono e intercalando complicados graves y agudos, finalizo la canción, arrancando aplausos entre el escaso público.
Sonrío agradeciendo su presencia, y bajo del escenario. Como no es un concierto, si no, que simplemente, hacemos música de fondo para los clientes, afinan guitarras, mientras yo me recuesto en la barra.
-Eh, Jim, dame 3 cervezas para los chicos y una sin para mi.
-Ahora mismo, preciosa.- Responde encendiendo un cigarro. Saca 4 botellines. El primero, con una etiqueta verde y los demás, azules. En cuanto abre la mía, bebo un trago para aliviarme la sequedad de la garganta.
-Enseguida vuelvo, que me hago pipí-Comento riendo. Me gusta Jim. Pero no en plan novio, si no, por que me cuida, como si fuera mi padre, al que nunca conocí.
-Vale, pero no tardes, que te esperan.-Dice señalando al resto de mi grupo.
Les miro, y con un gesto a la puerta del baño, me disculpo y entro. Rápidamente me arreglo y acicalo la cara y el cuerpo, y entro al servicio. Cuando salgo, me miro una vez más en el espejo del lavabo y vuelvo a la barra.
Ahí siguen los tres chicos, charlando animadamente, dos de ellos, cigarrillo en mano.
-Tranquilo, Jim, el alma de la fiesta no huye.- Digo recogiendo los botellines. Uno de ellos, ríe y se lleva la cerveza a los labios, sosteniendo su cigarro entre los dedos índice y corazón.
Subo de nuevo al escenario, repartiendo la bebida entre mis chicos, y que luego chocamos, a modo de brindis, mientras me apoyo despreocupadamente en el timbal de la batería.
Meneo la cabeza, haciendo caer mi larga y túpida cabellera rubia, a lo largo de toda mi espalda. Entre los cuatro, decidimos que tocaremos un acústico, y cuando terminamos nuestras bebidas, me siento en el borde del escenario, entregándole a Jim las botellas vacías, que hace un gesto raro, como una media sonrisa que no logro entender.
Micrófono en mano, enrollo el cable con una pequeña vuelta en mi mano y asegurándome de que está encendido, anuncio la siguiente canción. Cuando empiezo a hablar, varias cabezas se giran, aguardando la música.
Me dejo llevar por el sonido sensual de la guitarra española, y, y de fondo, un par de traviesos acordes de la eléctrica, para dar un toque de color. Y como sí de una canción de niños se tratara, canto con toda naturalidad. Voz rota, compleja, que viaja de una escala a otra en segundos, adornando cada frase. Encandilamos al público con la canción, que nos recibe con un sonoro aplauso, y así, una detrás de otra, las distintas melodías, letras y armonías se suceden como una película que enseguida acaba.
A las 5 de la mañana, con Jim terminando de recoger el local, apagando luces y asegurándose de que todo está en orden, le espero en la puerta, envuelta en mi abrigo largo de cuero, para protegerme de la fría noche.
Algunos clientes rezagados, salen seguidos de mi amigo, y dueño del bar y yo, mientras, rebusco en mis bolsillos, y encuentro mi caja de Marlboro, y el mechero. Saco un cigarro, mientras entorno los ojos, para acertar con la bailona llama que sale del encendedor.
-¿No eres muy joven para fumar?- Oigo que me pregunta alguien, y cuando miro, acierto a ver a uno de los chicos de antes, con un cigarrillo entre los dedos, y una sonrisa reluciente en el rostro.
-Sinceramente, dudo que ahora mis padres, según llegue a casa, se pongan a oler a ver si he fumado o no, y además, tengo 19 años.- Digo dando una profunda calada, dejando el filtro manchado del carmín de mis labios. La sonrisa del chico se ensancha ligeramente, y levanta las cejas.
-Supongo que tienes razón…- Dice asintiendo, mientras suelta el humo, dejándolo escapar por sus labios. Abro la boca para responder, cuando el ruido de la persiana de metal del bar nos interrumpe y la voz de Jim se aproxima.
-Nena, como actúes así siempre, el bar se os quedará pequeño.-Comenta, saliendo. Cuando nos vez a ambos hablando, calla de repente, y se dirige a mi.- Nikka, ¿nos vamos?
Titubea. No le gusta que fume.
-Anda, tío Jim- Le encanta que le llame así, aunque no sea mi tío. Lo sé y por eso le hablo así cuando le debo pedir algo.- Déjame terminar el cigarro. Tú más que nadie, sabes lo caro que está el Malboro…
Y también sabe que es una batalla perdida, y hace un gesto con la mano, pasivo, y termina de cerrar el bar.
-Nikka, tú sabes que el último bus hacia tu casa pasó hace una hora, y por aquí no viene ningún taxi…
El chico, hasta entonces había estado callado, pero de repente interviene, haciéndome recordar su presencia de golpe.
-Venga Jimmy, déjala. Si lo que quieres es que llegue sana y salva a casa, yo la llevo. Sabes que mis amigos y yo podemos cuidarla.
Entre tanto, yo apuraba cada calada, para desperdiciar lo más mínimo del cigarro.
-Sólo por que has actuado muy bien, y por que a ti-Señala al chico-te conozco lo suficiente, chaval. Aún así, Nikka, llámame cuando llegues. Sabes que a tus padres no les gusta que llegues muy tarde, así que no te retrases…
Se despide con un leve gesto con la mano y desaparece en la oscuridad de la calle.
-Y bien, Nikka, ¿Dónde vives?- Dice el joven.